Friday, May 26, 2006

Una Madre Siempre Quiere lo Mejor

Uno de los crímenes más condenables y repulsivos que existe en la sociedad es el de violación. Casi la totalidad de dichas atrocidades son cometidas por hombres, y las víctimas casi siempre son mujeres, por lo general más débiles e indefensas. Dudo que un juez, por muy riguroso que sea en la aplicación de la ley, condene por asesinato a una mujer violada cuyo agresor –alguien conocido – le hubiese dado la espalda, y ella haya acertado mortal golpe al criminal, dejándolo sin vida. La línea entre “defensa personal” y “venganza” es muy delgada, y por ende actos aparentemente “irracionales” deben ser vistos dentro del contexto de violencia, y del deshonroso ultraje, en el cual acontecen. La sociedad, sin embargo, trata de disuadir dichos actos de mutua violencia, estableciendo castigos penales, indemnizaciones civiles, y creando a través de instituciones gubernamentales y de la sociedad civil, una conciencia histórica que no solo logre que potenciales perpetradores entiendan el sufrimiento y dolor que causan, sino que conozcan las repercusiones y consecuencia personales de su posible futuro accionar. Lo que no hace la sociedad es fomentar el odio entre los hombres y mujeres, ni satanizar a un bando por culpa de una historia sangrienta en la cual el sistema patriarcal abusó y condenó a condición de “ciudadana de segunda clase” a su supuesta socia en la empresa de construir una sociedad más justa y equitativa.

Una cosa es una reacción impulsiva, motivada por la violencia del instante, y otra cosa es la consagración de la irracionalidad como herramienta legitima para lidiar con problemas sociales de diferentes índoles. Una cosa es que los hombres han impuesto un sistema injusto y violento durante miles de años sobre la mujer, y otra sería que ahora las mujeres – en retribución - decidan romper toda relación con el enemigo, o intenten utilizar cualquier medio disponible para ser ella ahora que sometan a la otra mitad de la población a las mismas injusticias y vejaciones. La injusticia tal vez ha sido monstruosa, pero las consecuencias – de concretarse una masiva manifestación en contra del machismo imperialista – sería el fin de la familia, y en consecuencia también de la sociedad. Pero el proceso evolutivo en la cultura y las instituciones que velan por la integridad física de la sociedad, de los derecho civiles, y de brindar igualdad de oportunidades a todos para participar en la política, academia o economía, es lenta, demasiado lenta. Si de voluntad se tratase, estoy seguro que ya existe una gran mayoría dentro de la sociedad que sostiene una profunda convicción respecto a la necesidad de ponerle fin al sistema patriarcal, que entiende el imperativo de una mejor redistribución de la riqueza, y que sostiene como valores universales la igualdad, la justicia y la libertad. Pero este cometido requiere no solo de voluntad y buenos deseos, también requiere de recursos y condiciones para crear riqueza, para fomentar la iniciativa, imaginación y productividad del individuo, y esa gallina de los huevos de oro, aunque viene en diferentes tamaños y colores, se llama “equilibrio y estabilidad”.

A nivel global existe un sistema que ha abusado de pueblos por lo general más débiles e indefensos. El “sistema” no es un régimen coherente, con una agenda o metodología consistente. En algún momento fue el colonialismo, luego el imperialismo, ahora es el capitalismo. Algunos dirán que es un cuerpo coherente, que sigue siendo todas esas cosas, que nos ha ultrajado y humillado por demasiado tiempo, y que ahora merece morir. Sin embargo, temo que – al igual que la mujer complementa al hombre, y viceversa – el socialismo puede complementar al capitalismo, y viceversa. En el caso de género, la mujer y el hombre comparten la misma inteligencia y capacidad física, y si existen asimetrías, estas son mínimas, y por lo general se compensan. En el caso ideológico, el capitalismo y el socialismo comparten el objetivo de avanzar la justicia y la igualdad, el primero al crear igualdad de oportunidades para crear esa riqueza, el segundo al crear mecanismos para distribuirla mejor.

Soy de la convicción, que la sociedad se verá beneficiada el día que la mujer asuma un papel protagónico en la definición y ejecución de políticas de desarrollo, debido precisamente a su capacidad de entender las diferentes posturas, reconciliar aparentes contradicciones y fomentar armonía, confianza y amor propio, una labor que una madre sabe hacer mejor que nadie. De lo que no estoy tan convencido es que la sociedad se vería beneficiada con un feminismo recalcitrante e irracional, que pretenda subvertir las injusticias a las cuales son las mujeres sometidas mediante un dogmatismo político cuyo objetivo sea castigar al hombre. El resentimiento, en otras palabras, no es una estrategia, y fomentarlo es sinónimo de cortarse uno mismo la nariz por el despecho que uno siente hacia su cara.

En Bolivia existe demasiado despecho y resentimiento, particularmente hacia el “empresario”, palabra que se ha vuelto sinónimo de prebendalismo, favoritismo político, exclusión y explotación. En parte existen razones para ello, ya que los empresarios bolivianos durante muchos años vivieron del Estado y de su posición social. Pero, ¿es razonable ahora satanizar al libre mercado, a la capacidad emprendedora y a la inversión? No quiero ser simplista, pero si los empresarios actuaron mal, era porque el marco legal era incompleto, anacrónico y deficiente, y ello instituyó incentivos perniciosos que se manifestaron en conductas mediocres. La solución, creo yo, es desarrollar el marco legal que permita que los empresarios actúen bajo una racionalidad diferente, que se esfuercen por competir, por innovar, por desarrollar mercados en el exterior para productos bolivianos. Pero la solución para la izquierda tribalista parece ser otra. Parece ser que – como novia despechada que por odio se vuelve lesbiana – ahora quieren quedarse con el departamento que les obsequiaron por el matrimonio, y darles a los malditos empresarios un poco de su propia medicina.

El Gobierno tiene un doble discurso, y al igual que supone políticamente astuto no hablar de la reelección, y dejar “que otro sea quien la proponga”, también prefieren no hacer olas con su modelo de desarrollo autárquico y estatista financiado por Chávez, Inc. Sin embargo, al igual que con el lesbianismo, la reelección del Presidente no tiene nada de malo, y es más, yo considero que en ambos caso se trata de un fenómeno tan natural como la capacidad racional del ser humano. Lo que si es un problema es precisamente dejar de ser racional por despecho. En el amor prima el corazón, y el corazón no siempre es consistente, racional o lógico. En el mercado prima la mente, fría y calculadora. La mente ha creado muchas injusticias, y ha privilegiado el poder sobre el amor. Pero la mente y el corazón son complementarios, al igual que la mujer y el hombre, y los mercados con la justicia social. Y al igual que uno no puede escuchar música con la vista, o ver con el oído, uno no puede amar con la mente, ni crear mercados con el corazón. No existe, después de todo, tal cosa como un mercado feminista. Esa lección parece que no será fácil, y tal vez tome, como la evolución del ser humano, mucho tiempo, y se cometan en el camino muchas injusticias, y demasiados errores. Que Evo Morales sea reelegido tres veces no me preocupa, me preocupa que no entienda que los modelos de desarrollo no son antagónicos, que los mercados son complementarios a su afán nacionalizador, y que el antagonismo ideológico debe ser maduro, para no confundir el debate sobre el mercado, con una riña pedestre y de ultrajes, propias del mercado.... Rodríguez.

Flavio R. Machicado Teran

2 comments:

Anonymous said...

Ojala que Flavio pronto tenga su blog, asi dejas de hacer copy paste copy paste copy paste.

Guccio said...

Estimado anónimo!
Si te identificaras sería más facil que le diga a mi primo: fulano de tal quiere que tengas tu propio blog.