Monday, May 29, 2006

La Ideología del Desprecio

La estrategia de dominación del Imperio sobre los pueblos latinoamericanos es cada vez más sutil y, en lugar de los ejércitos de intervensionistas bajo la Doctrina de Monroe de 1823, ahora en el siglo XXI se avanza - cual caballo de Troya - la ideología de la libertad. La anterior es, en esencia, la retórica chavista, que nos advierte que lo que no ha cambiado es el afán imperialista de “dividir para conquistar”. Parecería que años de cárcel leyendo biografías del Libertador, y su predisposición al delirio de grandeza, hubiese atrapado el sufrimiento y frustraciones de Bolívar bajo su piel. En su retórica es notable observar como Chávez sinceramente sufre por cada aliento de rebeldía que fue apagado con sangre, y encarniza profundamente la historia de una América sometida, la resucita melodramáticamente, como si estuviese embrujado por los miles de fantasmas revolucionaros que habitan un continente cansado de ser el patio de atrás.

Para los mártires de la independencia y dignidad latinoamericana, cuyas vidas fueron cegadas por el dogmatismo de la Guerra Fría, no es consuelo observar desde el cielo que en lugar de Marines, ahora se utilizan civiles cubiertos de Armani y corbatas Hugo Boss. Pero el paso del tiempo es inexorable, el espíritu humano de libertad incontenible, y al igual que la fe en Cristo supo rescatar en el medioevo a la iglesia católica del papel imperialista que durante siglos jugó en Europa, ahora el pueblo norteamericano deberá levantarse en contra del Emperador George Bush. Otrora, los valores de compasión y tolerancia cristianos pudieron más que el fuego redentor de Torquemada, y de igual manera los valores democráticos de igualdad y libertad del pueblo norteamericano eventualmente derrotarán al imperialismo de las elites políticas yanquis sustentadas por el terror de las transnacionales.

La anterior retórica chavista es indudablemente magistral, y apela a los sentimientos nacionalistas, resucita odios ancestrales, establece claramente cual es el enemigo, y pretende “dividir para conquistar”. Lo que no hace es rescatar el principio de libertad, y tan solo lo utiliza para manipular. Más aún, la sofistería de Chávez obliga a manejar la realidad de una manera dualista, haciendo diferencias entre un libre comercio digno y otro servil, entre el concepto de libertad cubano y el anglosajón, entre los que están con el, y quienes se atreven oponerse. Ya se lo dijeron en Viena, pero creo que merece ser entendido bien: entre el maniqueísmo que divide al mundo entre el bien y el mal de Bush y Chávez, no existe ninguna diferencia. El primero, entendiblemente traumado por los actos terroristas del 11 de septiembre de 2001, el segundo entendiblemente traumado por los actos imperialistas del 11 de septiembre de 1973. Ambos sufren el dolor de sus pueblos, pero ambos – tal vez inconscientemente – prefieren mirar hacia atrás, y resucitar dolores para implementar una irracionalidad política alimentada por la metodología de “dividir para conquistar”.

Si Ecuador está siendo chantajeada mediante el TLC por el Gobierno de los EEUU para que no haga cumplir la ley y el contrato con la petrolera OXY, que realizó transacciones de valores sin previa autorización, eso no se vale y no se puede aceptar. Si los agricultores norteamericanos reciben subsidios que hacen su competencia en el mercado de la soya hacia Bolivia desleal, es una contradicción al principio de libre comercio, y cualquier negociación debe exigir que se ponga fin a esa practica, o que se encuentre alguna manera de compensar al agricultor boliviano. Lo que no se vale, es hacer de incidentes individuales una acusación global del libre comercio, y utilizar dichas contradicciones o ilegalidades, para hacer del libre comercio un tema visceral, manipulando el dolor de los pueblos, cuando en realidad se trata de una estrategia de poder, una agenda irracional de crear un enemigo, para luego arremeter contra los molinos de vientos, con el deseo enfermo de adquirir la inmortalidad, aunque sea al precio de frenar el desarrollo.

Cuando se divide al mundo en blanco y negro, de una cosa pueden estar seguros, y es que quienes avanzan esa agenda y controlan el poder, no pueden permitir que más de un color exista. Chávez pretende – para el benéfico de su público latino - lanzar una rama de olivo al pueblo norteamericano, al llamar a “que se levante” contra el imperialismo. Lo que no menciona Chávez, es que – aun el más radical de los políticos norteamericanos, digamos Jesse Jackson – jamás cambiaría la política de libre comercio, al margen que esa política le representó a su economía el 2005 un déficit comercial de $ 200 mil millones de dólares ¡solo con China! No dudo que las intenciones de Chávez son buenas, pero están guiadas por el desprecio, el odio y la irracionalidad de una metodología maniquea.

Su retórica es tan bien estructurada, que ahora resulta que el pueblo norteamericano, y no el cubano, es el que debe luchar por ser “más libre”. No se cual será su concepto de libertad. Lo que no permite dudas es su agenda de dividir este continente, hasta que se arrodille ante su estrategia de desarrollo subvencionada por el petróleo. Si en 20 años, para celebrar el Congreso “Anfictiónico” de Panamá de 1826, nos despertamos a la realidad que nos comimos el petróleo y el gas, que se han desarrollado otras tecnologías y por ende no podemos seguir chantajeando a nuestros vecinos, que hemos hipotecado nuestra integración económica en nombre del molino de viento que nos vendieron Fidel y Chávez, y que el precio ha sido nuestra libertad, dudo que los mártires de la lucha contra el imperialismo sientan, allí en el cielo, que por fin han vencido.

Flavio R. Machicado Teran

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