En un mundo complejo, la consistencia tal vez esté sobrevaluada. Ello no hace a la hipocresía una inconsistencia más halagadora. Hipócrita en cuanto al sexo sabemos es la cultura norteamericana. Ahora se suma a la lista otra que involucra a dos diminutas islas del Caribe, la Organización Mundial del Comercio (OMC), y el mundo de las apuestas.
Según Oxfam, de eliminarse los miles de millones de dólares en subsidios que reciben los productores de algodón norteamericanos, los precios mundiales se incrementarían un 10%, beneficiando países africanos como ser Chad, Benin, Burkina Faso y Malí. Japón e India, ya han interpuesto contra EEUU demandas de compensación, argumentando que Washington intenta modificar un Acuerdo General de Comercio en Servicios firmado en 1994. La Unión Europea sigue similar acción, demandando que EEUU abra sectores de intercambio comercial, para compensar por medidas unilaterales.
En EEUU los casinos son legales únicamente en lugares designados por el gobierno, una política que promueve economías especificas, y compensa a los pueblos nativos de Norteamérica por el genocidio al cual fueron sometidos. Sin embargo, las apuestas en carreras de caballo pueden realizarse en miles de localidades remotas distribuidas por todo el país. Barbuda y Antigua son dos islas del caribe, y el turismo en ambas se ha visto reducido debido a una serie de huracanes. El año pasado Washington decidió prohibir a bancos y tarjetas de crédito norteamericanas realizar pagos a empresas de apuestas de Internet. La medida ha seriamente afectando los ingresos de las mencionadas naciones, que habían encontrado en este rubro una fuente alternativa de ingresos.
La OMC ahora le exige a EEUU que – si pretende mantener su política de prohibición de casinos marítimos – deberá prohibir también las apuestas “a distancia” para carreras de caballos, y habiendo determinado ilegal las restricciones norteamericanas a las apuestas en el Internet, amenaza con multar su inconsistencia con 3,400 millones de dólares por año.
Más preocupante inconsistencia es la que practica EEUU en nombre de la libertad. Habiendo llevado el “derecho a la vida” demasiado lejos, la arrogancia de la administración Bush se deja entrever en su disposición a violar derechos civiles y humanos, justificar la tortura, enviar a morir a sus jóvenes, matar a otros tantos, todo en nombre de su guerra contra el terrorismo. Bolivia no es ajena a dicha arrogancia, inconsistencia e hipocresía, habiendo sufrido las nefastas consecuencias de la guerra contra el narcotráfico. El ímpetu del movimiento neoconservador de transformar al mundo, utilizando al ejercito más poderoso del mundo, y la gran riqueza extraída del planeta, es un testimonio más de la arrogancia que nace del poder.
Es antigua y barbuda sabiduría que el poder corrompe. Las intenciones pueden ser las más elevadas, pero su abuso suele conducir a la destrucción de la moral y espíritu de la sociedad; por lo menos de grandes sectores de ella. Pero si anhelamos consistencia, podemos observarla entre el arrogante idealismo neoconservador de Bush, y nuestro propio neopopulismo nacionalista. No será la más halagadora consistencia, pero es algo predecible - al fin al cabo – que surja un mal gobierno cuando se ostenta con prepotencia al poder.
Flavio Machicado Teran