Para nuestra querida madre queremos siempre lo mejor, una voluntad que no siempre se refleja en el regalo que recibe en su día. Sumidos en la gran desidia de nuestra cotidianidad, a veces salimos del paso con un costoso pero poco imaginativo regalo (para los que pueden); tal vez un artefacto inservible adornado de una insípida tarjeta (para los que no pueden); o una excusa más para - bajo efectos del alcohol – manifestarle nuestro gran amor (que todos podemos).
Sería un gran regalo para muchas madres que el padre actúe con mayor responsabilidad, o que el hijo deje de expresar una destructiva rebeldía. Pero la estructura de poder en el “pilar de la sociedad” es inflexible, una rigidez que impide modifiquen su conducta pelafustanes en ambos extremos del sartén. Un padre desalmado sujeta a la familia por el mango y ningún argumento logrará inculcarle prudencia o sabiduría. La disfuncionalidad afecta numerosas familias y - en la comunidad internacional - Bolivia parece ser siempre la que acaba con un padre borracho de poder e hijos con un complejo de Edipo exacerbado.
Las elecciones del 2004 reflejaron el hastío del pueblo hacia los partidos políticos, que bajo una bandera u otra han controlado con mayor mezquindad que desprendimiento el destino nacional. Parece ser que en Bolivia el bastón de mando enceguece al agraciado con un gran delirio de grandeza, un delirio que reemplaza los “líderes históricos” de ayer, con los actuales “patéticos líderes” de la implosión nacional.
La sociedad civil ha adquirido recientemente gran poder político, un poder que el MNR, UN, Podemos y MAS representan por default (una opción que es elegida ante la ausencia de alternativas). Si enterrado bajo los escombros de un terremoto debo elegir entre beber mi propio orín o morir deshidratado, mi única opción será permitir que enfríe. Las grandes masas sienten desafecto hacia el sistema político, que ha dejado de representarlas. Por ende, buscan identidad en banderas regionalistas que las lleva a un enardecimiento capaz de cometer infames actos de violencia.
No hay excusa para la vergonzosa humillación y ultraje al que fueron sometidos los campesinos en Chuquisaca. Ante la bochornosa manifestación de histeria colectiva en puertas de un estadio vacío - que irónicamente se llama “Patria” – una disculpa momentáneamente ha logrado desarticular una venganza. Pero no duden que cálculos políticos también se están llevando a cabo para ver cómo sacar provecho al episodio. Y aunque ningún partido político puede revertir este gran vacío, con napoleónica demencia sus patéticos líderes querrán convencer que pueden llenarlo.
La crisis es profunda y Bolivia debe elegir entre dos caminos, no entre tres o cuatro. Pero la pugna por el poder nos tiene a todos aturdidos, cuando deberíamos estar enfocados en definir un horizonte. Una de las opciones está muy bien defendida por el bloque bolivariano. La opción por la descentralización del Estado y construcción de una economía de mercado ahora debe ser representada por un individuo, no tres o cuatro. ¿Serán nuestros patéticos líderes capaces de posponer un cachito su propia ambición política y unir voluntades bajo la dirección de un solo representante de la sociedad civil? Apuesto que este agosto a nuestra madre patria le regalarán - una vez más - puras mamadas.
Flavio Machicado Teran
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