Casi todos los libros de texto de macroeconomía indican que el oportunismo en la política económica surge cuando los objetivos de sus responsables están en conflicto con el bienestar general. El temor que siempre existe es que los políticos utilicen la política macroeconómica para perseguir sus propios fines electorales.
No me queda duda que este es el caso actual de Bolivia y cada vez es peor, pues hemos entrado en una perversión total de la democracia que nos lleva a querer arreglar todo vía referendums, cuando por el contrario estos referendums están destruyendo la economía.
Si uno quisiera medir los costos económicos del persistente proceso electoral en que hemos entrado, podríamos ver cuanto le cuesta al Estado mantener el subsidio a los hidrocarburos, subsidio que lo pagamos todos y que va dirigido principalmente a la clase pudiente que en definitiva es la que siempre se beneficia de este tipo de subsidios a la oferta.
Según un estudio de POPULI de casi exactamente un año atrás, Hacienda perdía US$ 160 millones por el subsidio del diesel oil y el GLP, esto cuando el precio del petróleo era de US$ 66. Imagínense a cuanto haciende este subsidio hoy que el precio del petróleo esta en US$ 135 el barril.
Lógicamente ahora más que nunca el gobierno no va a levantar el subsidio, pues tiene que ganar votantes, peor aún quieren subsidiar los alimentos, los cuales también tienen proyecciones de precios al alza en los próximos meses. Parece que la propaganda de que la plata de la supuesta “nacionalización” se esta gastando en educación y salud la van a tener que cambiar muy pronto.
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