El amotinamiento de policías en los batallones de Seguridad Física ya pasó, y no es aquí el tema. El derecho de un trabajador de recibir justa retribución por el trabajo dispensado siempre lo será. Supone el marxismo que todo el valor que produce un obrero – o plusvalía – debe regresar por completo a él o ella, y no sólo un mísero salario. No sé si es consuelo para nuestros iluminados post-marxistas el que la plusvalía ahora este siendo apropiada por el Estado y la inflación.
El siglo XX permitió el desarrollo del sindicalismo como un mecanismo para negociar con los dueños del capital un salario acorde con el aporte del trabajador en el proceso productivo. Ahora que los dueños de la capital política son unos sindicalistas, es irónico que arremetan contra los policías con disciplina institucional, e impartiendo infantil castigos.
Solían ser los empresarios quienes con intimidación sometían a los trabajadores. Ahora, la empresa del Estado todopoderoso justifica menospreciar a un servidor público, agitando la bandera de un abnegado y servil servicio. Con un bono que apenas alcanza para el pan y leche de una familia de cinco, suponen compensar a los policías por su aporte a la nación.
Un obrero que gana más de 40 dólares la hora, su familia tiene seguro médico, toma vacaciones anuales en playas de África o el Caribe, cuenta con un moderno centro deportivo, es dueño de acciones en la empresa con derecho a voto en la Junta de Directores, y ha de gozar de una excelente jubilación, es considerado “enajenado” por aquellos embriagados con el canto de sirena de Fidel y Chávez. Con las manos en el bolsillo del pueblo, los románticos del siglo XXI llaman a los obreros de Alemania, Noruega y Bélgica a abandonar sus conquistas sindicales, y redistribuir sus salarios con las menos productivas economías de Bolivia, Honduras y Haití.
Incrementar la productividad de nuestra economía les parece a nuestros elegidos simplemente mayor explotación; sin importarles si ello garantizaría al trabajador mejores condiciones laborales, seguridad médica y una jubilación honorable. Y aunque es verdad que el 16% de la población norteamericana no tiene seguro médico, también es cierto que General Motors pagó en compensaciones $ 140,000 dólares a cada uno de los 30,000 obreros del sindicato de Trabajadores de Autos Unidos. Mientras tanto, a nuestros obreros se les ofrece aumentos de $ 5 dólares mensuales, a la vez que la inflación se come su canasta.
La productividad ha sido entorpecida por quienes creyeron que - con pura voluntad política - el centralismo y protagonismo del Estado lograría que Bolivia avance. Ahora que el fracaso de su plan económico e incompetencia son irrefutables, pretenden subsanar la crisis utilizando recursos y mano de obra de las Fuerzas Armadas. Podrán culpar a otros por sus desaciertos, e inventar conspiraciones y coartadas. Lo que su demagogia populista jamás logrará es mejorar la situación de obreros, policías y soldados, cuyas familias caen en la miseria cada día más y más.
Flavio Machicado Teran
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Thanks great blog postt
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