Wednesday, May 14, 2008

Agencia de la Beligerancia

El espacio a ser estratégicamente conquistado no está en las selvas colombianas o calles de Santa Cruz; se encuentra entre las paredes de su cabeza. Cual caballo de Troya y con virulenta efectividad las palabras penetran la mente, infectándola con miedos y esperanzas que conducen a entregar el alma, o a despreciar.

Las palabras importan, y el Departamento de Estado de EE.UU. ha prohibido utilizar “jihad” para referirse a al-Qaeda, porque su connotación de una lucha por hacer el bien “brinda legitimidad religiosa a los terroristas ”.

Agente es aquel de quien emana o resulta una acción, y las palabras son agentes en el sentido que incitan reacciones viscerales. Con palabras un imperio deslegitima grupos armados que asesinan en nombre de la justicia divina, y con palabras la prepotencia regional legitima a un grupo armado que secuestra y asesina supuestamente en nombre de la justicia social.

La palabra beligerante viene del latín bellum, que quiere decir guerra; y la palabra gērere, que quiere decir hacer. Beligerante, por ende, es aquel que hace la guerra. Al referirse a las FARC y al ELN, Chávez dijo: "Son verdaderos ejércitos que ocupan espacio en Colombia. Hay que darles reconocimiento como fuerzas insurgentes porque tienen un proyecto político, un proyecto bolivariano que aquí (en Venezuela) es respetado". Brindar a las FARC y ELN estatus de fuerzas beligerantes brindaría legitimidad a su proyecto político de hacer la guerra al pueblo colombiano.

El proyecto bolivarista se ve afectado por la voluntad de mitad del pueblo boliviano, que rehúsa someterse a un modelo que ha fracasado miserablemente en el mundo entero: el centralismo estatal. Pero en la mente siniestra de Chávez y Fidel, las FARC tienen derecho a asesinar y secuestrar a su pueblo, pero es ilegítimo que pueblo cruceño manifieste su voluntad en las urnas.

En Bolivia, Naomi Klein, autora de Doctrina del Shock: El Auge del Capitalismo del Desastre, habló de una violación sistemática del lenguaje, y sugiere contrarrestar esta manipulación mediante una democracia más profunda y participativa. Inconsistente con su propia premisa, luego acusa al pueblo cruceño de participar en una consulta democrática porque “busca un sabotaje de las políticas de transformación y redistribución de la riqueza”.

Lacayo, fascista, separatista son palabras que han sido secuestradas por los portavoces de la nueva prepotencia regional para justificar su intervencionismo. En respuesta, algunos cruceños utilizan el espectro de una dictadura indigenista para atizar un despreciable racismo. Al permitir que las palabras nos confinen a reacciones emocionales, estamos cediendo el espacio en nuestra mente a consignas que avanzan miedo y resentimiento, saboteando una sana discusión del camino a la reconciliación.

El debate sobre la legalidad del referéndum y eventual autonomía, debe llevarse a cabo entre bolivianos. En lugar de dialogar, la inercia nos está llevando a intercambiar una agencia por otra; a la crisis de la CIA por el desastre de las FARC. Bajo la sombra del poder, los extremos preparan el terreno para la futura beligerancia en nuestro suelo. Y como han sido elegidos democráticamente, por lo menos uno de ellos se siente legitimado en invitar extraños a que agencien nuestro shock.

Flavio Machicado Teran

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