El cerebro ha sido un gran misterio, y los avances en la comprensión de su arquitectura y funcionamiento solían requerir el observar aquellos que habían sido dañados por violentos golpes, procesos degenerativos, o deformaciones genéticas. La tecnología de resonancia magnética permite hoy observar cómo un cerebro sano procesa la información. Es así que la neurociencia puede hoy, de manera indisputable, aseverar que el cerebro izquierdo procesa la información de una manera diferente que el cerebro derecho. El primero es el asiento de la lógica, el lenguaje y las matemáticas, el derecho es el asiento de los sueños, la interpretación emocional, la intuición y la subjetividad humana.
Otra característica del cerebro humano es que – en la mayoría - el hemisferio izquierdo es dominante, y controla la parte derecha del cuerpo. Es por ello que sólo ente el 8 y 15 % de la población es zurda. En la antigüedad, cuando las armaduras y tácticas de combate cuerpo a cuerpo estaban diseñadas para ejercito de puros diestros, ser zurdo presentaba grandes ventajas. Esta ventaja táctica, sin embargo, jamás fue explotada, debido a que – por razones puramente ideológicas – la zurda estaba asociada con espíritus malignos, un prejuicio generalizado a través de prácticamente toda cultura.
El sistema educativo también está sesgado hacia el desarrollo del hemisferio izquierdo, debido a su énfasis en precisamente el lenguaje, la lógica, matemática y relaciones lineales de causa y efecto. Una educación que integra las facultades del hemisferio derecho puede mejorar la capacidad cognitiva de procesar la información con mayor creatividad. Pero esa no es una regla que deba ser aplicada dogmáticamente, porque un individuo con un cerebro derecho dominante, se beneficiará de la estimulación de su hemisferio menos dominante. Los avances de la ciencia lentamente nos ayudan a integrar nuestro cerebro, y a utilizarlo en toda su capacidad.
Ningún avance, sin embargo, develará lo que sucede en los cerebros de quienes pretenden estatizar la educación nacional. Como si no fuera suficiente el que tengamos una fuga de cerebros, las consecuencias no intencionadas del manejo ideológico de la justicia social puede llevarnos ahora a normalizar los estándares, no elevando el nivel de la educación publica, sino reduciendo el nivel de todos. Una de las bases ideológicas del proyecto descolonizador es enfrentar a quienes “son o quieren parecerse a occidente” y los que “se sienten indios”, para así superar la autonegación permanente de Bolivia “que imita la forma de ser de otros”. De igual manera, en nombre del cerebro derecho, asiento de la intuición y visión holística de la realidad, tal vez se pretenda derrocar el cerebro izquierdo, occidental, lógico, analítico y reduccionista. La ideología, después de todo, puede orientar creando la ilusión de un horizonte, pero puede ser un ente con vida propia que trata de reducir todo a su paso a la lógica que lo alimenta. El cerebro izquierdo y derecho requieren integrarse, complementarse y cooperar para lograr niveles más elevados de conciencia. Pero el ímpetu anti-occidental, sin embargo, reduce todo esfuerzo a componentes binarios, autoriza imitar el modelo venezolano, y está creando una esquizofrenia innecesaria.
Flavio Machicado Terán
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