(Resp a Los precios de los productos deberían bajar)
Por la Ley de la Gravedad, todo lo que sube tiene que bajar. De igual manera por la Ley de Oferta y Demanda cuando los precios suben y se produce un desequilibrio en el mercado se debería dar una reasignación de recursos que restablezca el equilibrio y los precios bajen, no necesariamente al nivel inicial pero si a un nivel menor que el que se tiene con el desequilibrio.
Evidentemente al haber una caída en las cotizaciones de los minerales, se ha reducido el ingreso en Bolivia y por tanto la presión sobre la inflación por el lado de la demanda también ha disminuido. Sin embargo es difícil predecir que esto se traduzca en una reducción de la inflación en la medida que todos quisiéramos, pues existen otros factores que explican la inflación y que siguen vigentes.
Uno de ellos es la inflación importada que sigue siendo alta a pesar de la caída en el precio de los energéticos y de algunos productos alimenticios. Me da la impresión también que en Bolivia se siguen teniendo problemas de oferta en algunos productos, puede ser por un tema de especulación, pero también tiene mucho que ver la política del gobierno que al intervenir en la producción de ciertos productos ha distorsionado los incentivos para los agricultores.
Finalmente y creo que este es el principal problema que impide que la inflación baje, y es el tema de las expectativas. Los sucesivos shocks de corto plazo producidos por presiones de oferta y demanda han llevado a la gente a pensar que la inflación es un fenómeno permanente, por tanto la misma gente esta retroalimentado a la inflación.
Para estar seguros de todo esto seria necesario hacer un análisis riguroso de los determinantes de la inflación actual, sin embargo me atrevería a decir que hay factores que impiden e impedirán que los precios bajen al menos en el corto plazo.
Friday, October 24, 2008
Wednesday, October 15, 2008
Que pasa con el Dólar?
Resulta extraño que el tipo de cambio del Bs. con el Dólar se haya estancado en 7.07 Bs cuando en los países vecinos, concretamente Chile y Brasil el tipo de cambio nominal se ha estado depreciando aceleradamente en los últimos días.
Solo a manera de referencia se puede ver que el Real Brasilero ha pasado de estar por debajo de los 2 R$ por dólar a cerrar hoy en 2.15 R$ por dólar en menos de un mes. Lo mismo pasa en Chile que el 1ro de septiembre el tipo de cambio estaba en 513 Pesos Chilenos por dólar y hoy ha cerrado en 631 Pesos Chilenos por dólar.
Naturalmente la explicación de estas depreciaciones de las monedas de Brasil y Chile se explica por un aumento en la demanda de dólares por parte de los agentes producto de la crisis financiera internacional que ha hecho que los mismos recurran al dólar para protegerse.
La pregunta es por que no ha sucedido lo mismo en Bolivia, o es que los agentes no tienen temor a que la crisis financiera internacional les afecte. En parte si, el hecho que en Bolivia no se tenga un sistema financiero muy desarrollado hace que las posibilidades de contagio sean muy bajas. Pero el problema no viene por el lado financiero, viene por el lado real de la economía.
Si los otros países están devaluando sus monedas, naturalmente que nuestras exportaciones a esos países se están encareciendo lo que implica que estas disminuyan, por mas reducidas que sean desde ya y por más que al Presidente le hayan dicho que Iran y Venezuela van a comprar más de lo que exportamos a EEUU. Por otro lado las importaciones desde Brasil y Chile deberían aumentar afectando de esa a la Balanza Comercial y por ende al ingreso total de la economía.
Si el precio del dólar o el tipo de cambio no esta subiendo por ahora es por que la gente no se ha dado cuenta que es el momento para especular con el mismo o hay alguna otra fuente de ingreso de dólares que no la conocemos y que esta cubriendo el aumento de la demanda de dólares. Es difícil saber a ciencia cierta que es lo que esta pasando, talvez alguien tenga alguna idea. En todo caso las perspectivas a futuro son que el dólar suba y que las Reservas Internacionales disminuyan.
Solo a manera de referencia se puede ver que el Real Brasilero ha pasado de estar por debajo de los 2 R$ por dólar a cerrar hoy en 2.15 R$ por dólar en menos de un mes. Lo mismo pasa en Chile que el 1ro de septiembre el tipo de cambio estaba en 513 Pesos Chilenos por dólar y hoy ha cerrado en 631 Pesos Chilenos por dólar.
Naturalmente la explicación de estas depreciaciones de las monedas de Brasil y Chile se explica por un aumento en la demanda de dólares por parte de los agentes producto de la crisis financiera internacional que ha hecho que los mismos recurran al dólar para protegerse.
La pregunta es por que no ha sucedido lo mismo en Bolivia, o es que los agentes no tienen temor a que la crisis financiera internacional les afecte. En parte si, el hecho que en Bolivia no se tenga un sistema financiero muy desarrollado hace que las posibilidades de contagio sean muy bajas. Pero el problema no viene por el lado financiero, viene por el lado real de la economía.
Si los otros países están devaluando sus monedas, naturalmente que nuestras exportaciones a esos países se están encareciendo lo que implica que estas disminuyan, por mas reducidas que sean desde ya y por más que al Presidente le hayan dicho que Iran y Venezuela van a comprar más de lo que exportamos a EEUU. Por otro lado las importaciones desde Brasil y Chile deberían aumentar afectando de esa a la Balanza Comercial y por ende al ingreso total de la economía.
Si el precio del dólar o el tipo de cambio no esta subiendo por ahora es por que la gente no se ha dado cuenta que es el momento para especular con el mismo o hay alguna otra fuente de ingreso de dólares que no la conocemos y que esta cubriendo el aumento de la demanda de dólares. Es difícil saber a ciencia cierta que es lo que esta pasando, talvez alguien tenga alguna idea. En todo caso las perspectivas a futuro son que el dólar suba y que las Reservas Internacionales disminuyan.
Regulación y Crisis Financieras
La razón principal para la actual crisis financiera norteamericana se debe a que las entidades financieras de este país han asumido riesgos excesivos al intentar aprovecharse de las grandes oportunidades de beneficios que ofrecía un contexto de alza excesiva de los precios inmobiliarios. A esto habrá que añadirle la complejidad de las operaciones financieras de los procesos de titularización de créditos hipotecarios, que la regulación financiera tal vez aún no está lo suficientemente desarrollada para normar (pese a los grandes esfuerzos desarrollados por el Comité de Basilea para la Supervisión Bancaria en el documento conocido como Basilea II), evaluando el verdadero nivel de riesgo de crédito que asumen los compradores de este tipo de valores negociables.
Al desinflarse abruptamente la burbuja inmobiliaria, este desmesurado riesgo se ha materializado en cuantiosas pérdidas que algunos intermediarios financieros no han podido soportar. En un mundo financiero globalizado, el riesgo se ha trasladado a entidades financieras de otros países que recompraron parte de los activos de elevado riesgo. Por eso, la crisis financiera norteamericana está contagiando a otros mercados financieros de la Unión Europea, Asia y Latinoamérica.
La teoría nos dice que en una economía de mercado, agentes racionales en busca de su propio beneficio no deberían incurrir en riesgos excesivos. Muy al contrario, deberían calcular óptimamente el riesgo tolerable en función de la rentabilidad esperada de sus inversiones. Sin embargo, este principio general no aplica a los intermediarios financieros, predispuestos a incurrir en riesgos inconvenientes lo que se conoce como riesgo moral.
Por su naturaleza, la mayor parte de los recursos financieros que administran para sus inversiones financieras es de terceros: ahorristas, inversionistas y acreedores. Al invertir recursos ajenos están dispuestos a arriesgar debido a que si las cosas salen bien y ganan, ellos son los que ganan, y si pierden, entonces son los ahorradores los que pagan las consecuencias. Su actitud imprudente daña intereses de terceros, lo cual justifica una estricta regulación y supervisión de los mercados financieros.
Por consiguiente, lo que posiblemente revela la actual crisis financiera es la deficiente labor de regulación y control del sistema financiero por parte de la Reserva Federal Norteamericana. Cuando esta falla, ocurre lo que ocurre y en última instancia el Estado se ve obligado a acudir en socorro de las empresas financieras temeroso de que su quiebra produzca una restricción generalizada del crédito, una caída del ingreso familiar con una fuerte incidencia negativa en el consumo, la inversión y el crecimiento económico.
Como efecto colateral, se origina un comportamiento aún más osado de las entidades financieras, sabedoras de que papá Estado les “tenderá el salvavidas cuando se estén ahogando”.
Lamentablemente, la mala regulación y la ineludible intervención requieren enormes recursos públicos. La intervención redistribuye los costos de la quiebra de los ahorradores hacia los contribuyentes, a pesar de que la carga para la hacienda pública salva los ahorros de numerosas familias.
De ahí que el Tesoro Norteamericano y la Reserva Federal diseñaron un plan por 700.000 millones de dólares que incluye el rescate de las entidades financieras cuya quiebra está afectando los intereses de numerosos pequeños ahorradores, además incluye la adquisición de acciones de los bancos privados para fortalecer su posición patrimonial y para garantizar la nueva deuda emitida por esas instituciones. Asimismo los gobiernos de la Unión Europea también se han puesto en campaña: España avalará al sistema con 100.000 millones de euros, Gran Bretaña recapitalizará tres bancos con 47.000 millones, Francia garantizará hasta con 320.000 millones los préstamos interbancarios y Alemania aportará un fondo de 480.000 millones. En Latinoamérica el Banco Central Brasileño pondrá a disposición de los bancos 50,000 millones de dólares.
Pero pese a estos grandes esfuerzos, es casi ineludible una crisis económica. Si con las medidas puestas en práctica se logra aliviar los efectos devastadores de la crisis financiera, serán amortiguados los contragolpes sobre la economía general y la segunda fase resultará menos dramática, aunque imposible de evitar. La recesión será la realidad que se vivirá en 2009.
La crisis se seguirá desencadenando y afectará los ingresos de los asalariados, los jubilados y las clases medias, con un aumento significativo del desempleo. Caerá el consumo, se debilitará la demanda de bienes, las empresas (pequeñas, medianas y grandes) o recibirán asistencia para garantizarles abundantes créditos o habrá bancarrotas sucesivas. En términos culturales y políticos el desprestigio del neoliberalismo y el pensamiento único, tan en boga en las últimas dos décadas, ha llegado a su nivel más alto, a consecuencia probablemente de una deficiente regulación financiera.
Por Rodrigo Gutiérrez A
Al desinflarse abruptamente la burbuja inmobiliaria, este desmesurado riesgo se ha materializado en cuantiosas pérdidas que algunos intermediarios financieros no han podido soportar. En un mundo financiero globalizado, el riesgo se ha trasladado a entidades financieras de otros países que recompraron parte de los activos de elevado riesgo. Por eso, la crisis financiera norteamericana está contagiando a otros mercados financieros de la Unión Europea, Asia y Latinoamérica.
La teoría nos dice que en una economía de mercado, agentes racionales en busca de su propio beneficio no deberían incurrir en riesgos excesivos. Muy al contrario, deberían calcular óptimamente el riesgo tolerable en función de la rentabilidad esperada de sus inversiones. Sin embargo, este principio general no aplica a los intermediarios financieros, predispuestos a incurrir en riesgos inconvenientes lo que se conoce como riesgo moral.
Por su naturaleza, la mayor parte de los recursos financieros que administran para sus inversiones financieras es de terceros: ahorristas, inversionistas y acreedores. Al invertir recursos ajenos están dispuestos a arriesgar debido a que si las cosas salen bien y ganan, ellos son los que ganan, y si pierden, entonces son los ahorradores los que pagan las consecuencias. Su actitud imprudente daña intereses de terceros, lo cual justifica una estricta regulación y supervisión de los mercados financieros.
Por consiguiente, lo que posiblemente revela la actual crisis financiera es la deficiente labor de regulación y control del sistema financiero por parte de la Reserva Federal Norteamericana. Cuando esta falla, ocurre lo que ocurre y en última instancia el Estado se ve obligado a acudir en socorro de las empresas financieras temeroso de que su quiebra produzca una restricción generalizada del crédito, una caída del ingreso familiar con una fuerte incidencia negativa en el consumo, la inversión y el crecimiento económico.
Como efecto colateral, se origina un comportamiento aún más osado de las entidades financieras, sabedoras de que papá Estado les “tenderá el salvavidas cuando se estén ahogando”.
Lamentablemente, la mala regulación y la ineludible intervención requieren enormes recursos públicos. La intervención redistribuye los costos de la quiebra de los ahorradores hacia los contribuyentes, a pesar de que la carga para la hacienda pública salva los ahorros de numerosas familias.
De ahí que el Tesoro Norteamericano y la Reserva Federal diseñaron un plan por 700.000 millones de dólares que incluye el rescate de las entidades financieras cuya quiebra está afectando los intereses de numerosos pequeños ahorradores, además incluye la adquisición de acciones de los bancos privados para fortalecer su posición patrimonial y para garantizar la nueva deuda emitida por esas instituciones. Asimismo los gobiernos de la Unión Europea también se han puesto en campaña: España avalará al sistema con 100.000 millones de euros, Gran Bretaña recapitalizará tres bancos con 47.000 millones, Francia garantizará hasta con 320.000 millones los préstamos interbancarios y Alemania aportará un fondo de 480.000 millones. En Latinoamérica el Banco Central Brasileño pondrá a disposición de los bancos 50,000 millones de dólares.
Pero pese a estos grandes esfuerzos, es casi ineludible una crisis económica. Si con las medidas puestas en práctica se logra aliviar los efectos devastadores de la crisis financiera, serán amortiguados los contragolpes sobre la economía general y la segunda fase resultará menos dramática, aunque imposible de evitar. La recesión será la realidad que se vivirá en 2009.
La crisis se seguirá desencadenando y afectará los ingresos de los asalariados, los jubilados y las clases medias, con un aumento significativo del desempleo. Caerá el consumo, se debilitará la demanda de bienes, las empresas (pequeñas, medianas y grandes) o recibirán asistencia para garantizarles abundantes créditos o habrá bancarrotas sucesivas. En términos culturales y políticos el desprestigio del neoliberalismo y el pensamiento único, tan en boga en las últimas dos décadas, ha llegado a su nivel más alto, a consecuencia probablemente de una deficiente regulación financiera.
Por Rodrigo Gutiérrez A
Monday, October 06, 2008
Un Poco de Todo
Varios días sin escribir, un poco a propósito y también a falta de tiempo, me hacen pensar en varias ideas a la vez para escribir un post. Pero las voy a dejar en ideas para ver que va sucediendo en el futuro y ahí tener algo mucho más claro.
Primeramente habría que hablar del denominado “dialogo” que como ya lo dije en alguna oportunidad, solo existe dialogo entre padres e hijos, esposos, hermanos y amigos cercanos, pero entre políticos y además de visiones totalmente opuestas no. Lo que si existe es la negociación, pero también para eso tiene existir un conjunto de opciones en las que ambos salgan beneficiados y no las habían, así que la negociación quedo en nada.
Lo que si queda claro es que el referéndum “revolcatorio” tuvo un resultado positivo y negativo. Lo positivo es que se supo que el aparato de digitación del voto del gobierno funciono muy bien, sobretodo en el tema de controlar el voto en el campo. Vieja técnica utilizada por partidos tradicionales en el pasado. Lo negativo es que de tener un presidente con un poder de negociación de 54/100 paso a tener un poder de 67/100, lo que le permitió desarticular en cierto sentido a la “media luna”.
Entrando a temas económicos, nadie me quita de la cabeza que la ampliación del ATPDEA se dio porque el Congreso de EEUU tenía cosas más importantes que tratar y el caso de comercio con países andinos esto paso por el “fast-track” nomás. En todo caso con o sin ATPDEA, las perspectivas para nuestro comercio internacional en temas de manufacturas se ven en declive, pues es inminente una crisis internacional que afecte el sector real de las economías del 1er mundo, lo que hará que caiga la demanda mundial.
Si a esto se le suma la caída en la cotización de los minerales en la Bolsa de Metales de Londres, así como también del petróleo queda claro que el sector minero y de hidrocarburos se verán fuertemente afectados, a no ser que se hayan ahorrado las ganancias de los últimos años. Se lo hizo?
Ante estas circunstancias me parece lógico que el Sr. Morales este desesperado por ser reelecto el próximo año, pues como se menciona en este artículo extraído del blog de Greg Mankiw, ningún presidente, independientemente del partido al que pertenezca ha sido reelecto en una época de crisis económica. Así que difícilmente el Sr. Morales podría ser reelecto el 2010.
Esto es pensando como economista y que el gobierno tiene economistas (los tiene????), sino la única explicación por tanta desesperación es que ya el poder los tiene enviciados. Juzguen ustedes, lo que es yo me voy a comprar mis dolarcitos.
Primeramente habría que hablar del denominado “dialogo” que como ya lo dije en alguna oportunidad, solo existe dialogo entre padres e hijos, esposos, hermanos y amigos cercanos, pero entre políticos y además de visiones totalmente opuestas no. Lo que si existe es la negociación, pero también para eso tiene existir un conjunto de opciones en las que ambos salgan beneficiados y no las habían, así que la negociación quedo en nada.
Lo que si queda claro es que el referéndum “revolcatorio” tuvo un resultado positivo y negativo. Lo positivo es que se supo que el aparato de digitación del voto del gobierno funciono muy bien, sobretodo en el tema de controlar el voto en el campo. Vieja técnica utilizada por partidos tradicionales en el pasado. Lo negativo es que de tener un presidente con un poder de negociación de 54/100 paso a tener un poder de 67/100, lo que le permitió desarticular en cierto sentido a la “media luna”.
Entrando a temas económicos, nadie me quita de la cabeza que la ampliación del ATPDEA se dio porque el Congreso de EEUU tenía cosas más importantes que tratar y el caso de comercio con países andinos esto paso por el “fast-track” nomás. En todo caso con o sin ATPDEA, las perspectivas para nuestro comercio internacional en temas de manufacturas se ven en declive, pues es inminente una crisis internacional que afecte el sector real de las economías del 1er mundo, lo que hará que caiga la demanda mundial.
Si a esto se le suma la caída en la cotización de los minerales en la Bolsa de Metales de Londres, así como también del petróleo queda claro que el sector minero y de hidrocarburos se verán fuertemente afectados, a no ser que se hayan ahorrado las ganancias de los últimos años. Se lo hizo?
Ante estas circunstancias me parece lógico que el Sr. Morales este desesperado por ser reelecto el próximo año, pues como se menciona en este artículo extraído del blog de Greg Mankiw, ningún presidente, independientemente del partido al que pertenezca ha sido reelecto en una época de crisis económica. Así que difícilmente el Sr. Morales podría ser reelecto el 2010.
Esto es pensando como economista y que el gobierno tiene economistas (los tiene????), sino la única explicación por tanta desesperación es que ya el poder los tiene enviciados. Juzguen ustedes, lo que es yo me voy a comprar mis dolarcitos.
Fin de la Historia
El sueño postmoderno empezó en 1945, con Japón y Alemania lentamente afincándose con firmeza dentro del campo de naciones democráticas; el destino de sus pueblos intrínsecamente sellado por el intercambio comercial y mercados financieros. Derrotados en la década de 1980 por los muyahidines afganos y un modelo económico superior, la Unión Soviética por fin dejó ir libres - primero a Polonia y Checoslovaquia - luego a Ucrania y Uzbekistán. El fin de la Guerra Fría dio lugar al mercado energético ruso y una bolsa de valores vulnerable a crisis financieras en otros continentes. Los rusos ahora no pueden darse el lujo de desearles una bancarrota a sus antiguos enemigos. Cuando la tercer super potencia, China, abandonó el enfrentamiento ideológico para en su lugar dar la bienvenida a inversionistas de todo rincón del planeta, muchos optimistas pensaron que se escribía el último capitulo de nuestra primitiva y violenta condición humana. La sangre monetaria que circula por las venas de Wall Street hoy se origina en China.
En “Fin de la Historia” Francis Fukuyama pregona que – con el inconfundible triunfo del liberalismo y una economía globalizada - nacería una era de paz e integración mundial. Los intereses económicos compartidos, supuestamente, habrían de avanzar por doquier estructuras institucionales que consolidan reivindicaciones sociales, democráticas y derechos humanos; a la vez de brindar la estructura financiera para el desarrollo, posible únicamente mediante la inversión. En un mundo postmoderno, la hegemonía militar sería un dinosaurio de nuestro pasado tribal, una reliquia de una era remota que con cristalina eficacia los europeos habían dejado muy atrás. Ahora era cuestión de simplemente imitar la iluminada capacidad de los miembros de la UE en abandonar ancestrales rencillas para crear una sociedad libre de las peti-doctrinas que habían sumergido a la sociedad en pugnas por el poder entre hermanos y naciones por igual.
La nueva era dorada de la humanidad tendrá que esperar. Lejos de integrarse en un mundo postmoderno que desecha al basurero su pasado cavernícola, en la mente de los herederos de un “mundo de peligros” aún perdura la resaca tribal de una reivindicación etno-nacionalista. Lejos de enfocarse en el compartido reto de superar la crisis climática y energética, las naciones siguen luchando por cada espacio de poder geopolítico, ya sea en las costas venezolanas o en las montañas que separan el vecindario de Afganistán. Los chinos e indios (vecinos que tan recientemente como 1962 tuvieron su último conflicto armado), se dibujan rayas en el suelo; los chinos sacándole la lengua a la India tomados del brazo de su enemigo mortal, Paquistán; la India meneando su turbante tomada del brazo de Japón, de los chinos su rival legendario. Por su parte, Irán no ha de descansar hasta recuperar el estatus y respeto que recibió el Imperio Persa; y los europeos no se han de quedar cruzados de los brazos mientras observan como el resto del mundo apunta su artillería a su incomodo aliado al otro lado del Atlántico. Pero si queremos observar el resbalón al tribalismo con el cual nos recibe el siglo XXI, en lugar del ajedrez geopolítico, podemos observar la contienda electoral entre el representante del postmodernismo, Barak Obama, y John Mc Cain, candidato de la arcaica lucha por la hegemonía militar.
La economía del planeta acaba de esquivar un balazo que estuvo a punto de – una vez más - desangrar los mercados financieros, un rio de sangre que hubiese arrastrado con los ahorros y salud mental de cientos de millones de familias en los cinco continentes. Aun es demasiado temprano para entrever si la bala ha pasado dejando tan solo un rasguño, o si todavía hay que operar para sacar el plomazo alojado en la entrepierna. Los mercados financieros del planeta entero, en todo caso, han quedado seriamente asustados. El siguiente inquilino de la Casa Blanca deberá tomarse más en serio la regulación de la especulación financiera. A su vez, deberá redefinir la política exterior que actualmente mueve la fuerza militar más poderosa del planeta. En juego también está reestructurar la seguridad médica, seguridad social y sistema educativo para avanzar reivindicaciones sociales del pueblo norteamericano y su economía. No obstante la profunda crisis, la pugna entre la izquierda y derecha norteamericana se ve reducida – una vez más - a enlodarse mutuamente, echándose la culpa por la actual crisis utilizando agrios ataques personales.
El elemento personal contamina la agenda política de una vitriólica animadversión hacia el otro, tanto entre individuos, como entre naciones. Cuando debido a una simple antipatía personal, Barak Obama optó por Joe Biden en lugar de Hillary Clinton, su popularidad y supremacía política parecía insuperable. Si añadimos a su carisma, su oposición a una guerra tremendamente impopular y su propuesta de rectificar el daño a la economía de un régimen que ha demostrado estar en los bolsillos de las grandes corporaciones, su ascenso al poder parecía ser inevitable. Pero la sola apariencia de insensibilidad hacia el bloque electoral más grande de EE.UU. (que hace el 54% del voto) ha dejado la puerta abierta, y los Republicanos – con un golpe de astucia y una pisca de fortuna inimaginable – se han escabullido por ella para hacer esta elección una extremadamente cerrada. La astucia de los Republicanos fue elegir una mujer carismática; su golpe de suerte fue encontrar a una que reúne todas las características que la hacen la candidata conservadora perfecta.
Lo último que los Demócratas querían hacer es convertir la elección presidencial de 2008 en un referéndum cultural. En temas como la guerra y la economía los Demócratas tienen la mejor mano. No les conviene, por lo tanto, permitir que una vez más que al pueblo se le maree la perdiz con tácticas que juegan con sus fibras emocionales. La convicción y voluntad de voto de 90% del electorado es inamovible. Es el segmento de esquivos indecisos e independientes los que deben ser convencidos, porque son ellos quienes vuelcan la torta en una dirección u otra. Las encuestas demuestran que el efecto “Sarah”no es un fenómeno pasajero, y la contienda se ha vuelto muy, pero muy cerrada. Con cada ataque personal que la extrema izquierda lanza sobre la compañera de fórmula del veterano de guerra, hacen a “Sarah” víctima del chauvinismo machista. Ante los ojos del segmento que basa su decisión en una mezcla de factores en la que predomina lo emocional, defender a una mujer ultrajada es una reacción cuasi- inconsciente e impulsiva. El odio parece ser impulsivo igual. Por ende, en lugar de enfocarse en la guerra o economía, cual toro al que se le agita una pañuelo rojo en el rostro, los odiadores de la izquierda no han escatimado ningún esfuerzo en pintar a Sarah como una troglodita conservadora que cree que los dinosaurios existieron hace apenas 4,000 años. Lo que no entienden quienes la atacan personalmente es que – con sus ataques – simplemente la hacen crecer más y más en ojos de una decisiva minoría.
En las últimas tres décadas el sector de la manufactura en EE.UU. se ha visto relegado por la especulación financiera, que ha puesto a la economía mundial en manos de individuos que viven dentro una burbuja que es híbrido entre la gula de la antigua Roma, y el juego de azar en Las Vegas. Septiembre de 2008 marca el fin de la frívola exuberancia, codicia y rienda suelta en el mercado libre del riesgo irresponsable de Wall Street. El fracaso de aquellos que juegan con el dinero del pueblo será castigado; nuevas regulaciones han de obligar al sector financiero a jugar limpio. La pugna histórica, sin embargo, no es sobre estabilidad o perfeccionamiento del sistema que alimenta y brinda liquidez a la familia de naciones. La pugna, una vez más, es sobre supremacía moral y cultural. Por ende, para seguir con su estrategia de eterna confrontación, su poder cimentado en odios y rencillas tribales, a los fundamentalistas etno-nacionalistas del mundo entero les conviene que gane John Mc Cain.
La actual coyuntura histórica favorece a Obama. Pero una crisis mayor puede voltear la casa de cartas a favor de Mc Cain, al igual que un ataque terrorista, o un ataque de Israel a los reactores nucleares de Iran. A su vez, Obama no es un profeta iluminado que ha de salvar la humanidad. El mundo postmoderno no ha de mágicamente surgir por voluntad política o divina, y nuestros hijos tendrán que esperar un poco más. Pero si una llamada “sorpresa de octubre”, junto al odio hacia la mujer que acompaña al guerrero, logra que Obama pierda estas elecciones, la vitriólica animadversión entre hermanos y naciones seguirá gobernando nuestro planeta, por lo menos hasta la siguiente década. Al no elegir a Hillary, Obama ha dejado abierta la puerta a la continuidad de una geopolítica tribal y odio etno-nacionalista, entre hermanos y naciones por igual. Fin de la historia.
Flavio Machicado Teran
En “Fin de la Historia” Francis Fukuyama pregona que – con el inconfundible triunfo del liberalismo y una economía globalizada - nacería una era de paz e integración mundial. Los intereses económicos compartidos, supuestamente, habrían de avanzar por doquier estructuras institucionales que consolidan reivindicaciones sociales, democráticas y derechos humanos; a la vez de brindar la estructura financiera para el desarrollo, posible únicamente mediante la inversión. En un mundo postmoderno, la hegemonía militar sería un dinosaurio de nuestro pasado tribal, una reliquia de una era remota que con cristalina eficacia los europeos habían dejado muy atrás. Ahora era cuestión de simplemente imitar la iluminada capacidad de los miembros de la UE en abandonar ancestrales rencillas para crear una sociedad libre de las peti-doctrinas que habían sumergido a la sociedad en pugnas por el poder entre hermanos y naciones por igual.
La nueva era dorada de la humanidad tendrá que esperar. Lejos de integrarse en un mundo postmoderno que desecha al basurero su pasado cavernícola, en la mente de los herederos de un “mundo de peligros” aún perdura la resaca tribal de una reivindicación etno-nacionalista. Lejos de enfocarse en el compartido reto de superar la crisis climática y energética, las naciones siguen luchando por cada espacio de poder geopolítico, ya sea en las costas venezolanas o en las montañas que separan el vecindario de Afganistán. Los chinos e indios (vecinos que tan recientemente como 1962 tuvieron su último conflicto armado), se dibujan rayas en el suelo; los chinos sacándole la lengua a la India tomados del brazo de su enemigo mortal, Paquistán; la India meneando su turbante tomada del brazo de Japón, de los chinos su rival legendario. Por su parte, Irán no ha de descansar hasta recuperar el estatus y respeto que recibió el Imperio Persa; y los europeos no se han de quedar cruzados de los brazos mientras observan como el resto del mundo apunta su artillería a su incomodo aliado al otro lado del Atlántico. Pero si queremos observar el resbalón al tribalismo con el cual nos recibe el siglo XXI, en lugar del ajedrez geopolítico, podemos observar la contienda electoral entre el representante del postmodernismo, Barak Obama, y John Mc Cain, candidato de la arcaica lucha por la hegemonía militar.
La economía del planeta acaba de esquivar un balazo que estuvo a punto de – una vez más - desangrar los mercados financieros, un rio de sangre que hubiese arrastrado con los ahorros y salud mental de cientos de millones de familias en los cinco continentes. Aun es demasiado temprano para entrever si la bala ha pasado dejando tan solo un rasguño, o si todavía hay que operar para sacar el plomazo alojado en la entrepierna. Los mercados financieros del planeta entero, en todo caso, han quedado seriamente asustados. El siguiente inquilino de la Casa Blanca deberá tomarse más en serio la regulación de la especulación financiera. A su vez, deberá redefinir la política exterior que actualmente mueve la fuerza militar más poderosa del planeta. En juego también está reestructurar la seguridad médica, seguridad social y sistema educativo para avanzar reivindicaciones sociales del pueblo norteamericano y su economía. No obstante la profunda crisis, la pugna entre la izquierda y derecha norteamericana se ve reducida – una vez más - a enlodarse mutuamente, echándose la culpa por la actual crisis utilizando agrios ataques personales.
El elemento personal contamina la agenda política de una vitriólica animadversión hacia el otro, tanto entre individuos, como entre naciones. Cuando debido a una simple antipatía personal, Barak Obama optó por Joe Biden en lugar de Hillary Clinton, su popularidad y supremacía política parecía insuperable. Si añadimos a su carisma, su oposición a una guerra tremendamente impopular y su propuesta de rectificar el daño a la economía de un régimen que ha demostrado estar en los bolsillos de las grandes corporaciones, su ascenso al poder parecía ser inevitable. Pero la sola apariencia de insensibilidad hacia el bloque electoral más grande de EE.UU. (que hace el 54% del voto) ha dejado la puerta abierta, y los Republicanos – con un golpe de astucia y una pisca de fortuna inimaginable – se han escabullido por ella para hacer esta elección una extremadamente cerrada. La astucia de los Republicanos fue elegir una mujer carismática; su golpe de suerte fue encontrar a una que reúne todas las características que la hacen la candidata conservadora perfecta.
Lo último que los Demócratas querían hacer es convertir la elección presidencial de 2008 en un referéndum cultural. En temas como la guerra y la economía los Demócratas tienen la mejor mano. No les conviene, por lo tanto, permitir que una vez más que al pueblo se le maree la perdiz con tácticas que juegan con sus fibras emocionales. La convicción y voluntad de voto de 90% del electorado es inamovible. Es el segmento de esquivos indecisos e independientes los que deben ser convencidos, porque son ellos quienes vuelcan la torta en una dirección u otra. Las encuestas demuestran que el efecto “Sarah”no es un fenómeno pasajero, y la contienda se ha vuelto muy, pero muy cerrada. Con cada ataque personal que la extrema izquierda lanza sobre la compañera de fórmula del veterano de guerra, hacen a “Sarah” víctima del chauvinismo machista. Ante los ojos del segmento que basa su decisión en una mezcla de factores en la que predomina lo emocional, defender a una mujer ultrajada es una reacción cuasi- inconsciente e impulsiva. El odio parece ser impulsivo igual. Por ende, en lugar de enfocarse en la guerra o economía, cual toro al que se le agita una pañuelo rojo en el rostro, los odiadores de la izquierda no han escatimado ningún esfuerzo en pintar a Sarah como una troglodita conservadora que cree que los dinosaurios existieron hace apenas 4,000 años. Lo que no entienden quienes la atacan personalmente es que – con sus ataques – simplemente la hacen crecer más y más en ojos de una decisiva minoría.
En las últimas tres décadas el sector de la manufactura en EE.UU. se ha visto relegado por la especulación financiera, que ha puesto a la economía mundial en manos de individuos que viven dentro una burbuja que es híbrido entre la gula de la antigua Roma, y el juego de azar en Las Vegas. Septiembre de 2008 marca el fin de la frívola exuberancia, codicia y rienda suelta en el mercado libre del riesgo irresponsable de Wall Street. El fracaso de aquellos que juegan con el dinero del pueblo será castigado; nuevas regulaciones han de obligar al sector financiero a jugar limpio. La pugna histórica, sin embargo, no es sobre estabilidad o perfeccionamiento del sistema que alimenta y brinda liquidez a la familia de naciones. La pugna, una vez más, es sobre supremacía moral y cultural. Por ende, para seguir con su estrategia de eterna confrontación, su poder cimentado en odios y rencillas tribales, a los fundamentalistas etno-nacionalistas del mundo entero les conviene que gane John Mc Cain.
La actual coyuntura histórica favorece a Obama. Pero una crisis mayor puede voltear la casa de cartas a favor de Mc Cain, al igual que un ataque terrorista, o un ataque de Israel a los reactores nucleares de Iran. A su vez, Obama no es un profeta iluminado que ha de salvar la humanidad. El mundo postmoderno no ha de mágicamente surgir por voluntad política o divina, y nuestros hijos tendrán que esperar un poco más. Pero si una llamada “sorpresa de octubre”, junto al odio hacia la mujer que acompaña al guerrero, logra que Obama pierda estas elecciones, la vitriólica animadversión entre hermanos y naciones seguirá gobernando nuestro planeta, por lo menos hasta la siguiente década. Al no elegir a Hillary, Obama ha dejado abierta la puerta a la continuidad de una geopolítica tribal y odio etno-nacionalista, entre hermanos y naciones por igual. Fin de la historia.
Flavio Machicado Teran
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