El 1ro de Mayo en vez de denominarse Día de los Trabajadores, debería
denominarse Día del Comunismo y la Vergüenza. Día del Comunismo, porque es el día
donde en todos los países afloran las banderas rojas y salen a las calles
aquellos que después de más de 20 años todavía no se enteraron que se cayó el
Muro de Berlín y además ocasionan actos de violencia en las calles, cuando
debería ser un día de festejo. Día de la
Vergüenza porque en países de tendencia izquierdista aparece el Papa Noel de
los trabajadores con algunos regalitos que como en el caso de Bolivia, no son
más que distorsiones adicionales al mercado laboral.
Precisamente a una de esas distorsiones es a la que me quiero referir: El
salario del Presidente. En Bolivia además de lo distorsivo que puede ser el
salario mínimo, porque si éste no se calcula bien y se lo fija por debajo del
salario de equilibrio, genera un exceso de oferta de trabajo, es decir
desempleo, se ha establecido otra referencia en el mercado laboral que es el
salario del Presidente. Y se lo ha establecido porque nadie, al menos en el
sector público, puede ganar más que el Presidente.
Visto esto desde la lógica de la teoría económica, si asumimos que los
mercados son competitivos y el salario es el reflejo de la productividad
marginal del trabajador entonces el Presidente debería ser el trabajador más
productivo del sector público, algo que puede ser o no cierto pero que no se lo
puede demostrar, porque precisamente el mercado en que se mueve el Presidente
no es un mercado competitivo. No existe una oferta y demanda de Presidentes, y
menos una rotación del mismo según su nivel de productividad.
Por tanto, cuando uno escucha que el Presidente se subió el salario de Bs.
15.000 a Bs. 18.000 lo único que se puede decir es Bien Por Él, pero que esto sea
un referente de que ahora en el sector público se podrá ganar más no nos dice
nada de que la productividad en el sector público haya aumentado, que es lo que
nos gustaría escuchar para pensar que hemos mejorado en cuanto a la captación
de capital humano para las funciones públicas.
Bolivia ha retrocedido enormemente en cuanto a lo que se refieren políticas
laborales, ha disminuido la flexibilidad laboral a lo que las empresas han
reaccionado contratando más trabajadores eventuales y por otro lado las nuevas
empresas que han aparecido, todas pequeñas obviamente, trabajan de manera
informal.